miércoles, 16 de noviembre de 2011

Boludos preadolescentes

Como cualquier lector suspicaz podrá apreciar, este blog no ha sido actualizado en mucho tiempo.

Esto obedece a causas corrientes (y callao), como ser que los editores estaban muy ocupados consumiendo sus vidas para adquirir conocimientos y experiencias que les permitan seguir consumiendo sus vidas a un nivel superior, con la esperanza de sentarse un buen día en el pasto a disfrutar del sol... y morir a los tres minutos repletos de arrugas.

Pero vayamos a lo nuestro, pues. Una vez demostrada la boludez de nuestro plan de vida, no tenemos otra salida que referirnos a la boludez de una época en la que todavía no apuntábamos hacia ésa dirección... del todo.

La preadolescencia. Esa etapa en la que le vemos forma de vagina a un matafuegos, y empezamos a notar que Daphne de Scooby Doo es una pelirroja sexie en minifalda que seguramente se voltea a Fred. Nos reímos de palabras como "competencia" y "putativo"; y nos empezamos a creer Súperman, cuando más bien nos parecemos al Chapulín Colorado con mononucleosis.

Nos remontaremos en primer término al viaje de egresados. No. No a aquella falsa promesa de sexo, drogas y reggetón que prometen las empresas de turismo para estafar a inocentes boludos con ansias de vivir "la mejor experiencia de sus vidas", ignorando por completo que existe el ácido lisérgico, que Jethro Tull sigue en actividad, y que existen las metaleras; sin mencionar que por el mismo dinero pueden irse a bariloche un mes entero a un hotel mejor o a Brasil, donde les sobraría para pagarse veiticinco prostitutas que les bailen axé sobre la nariz.

No. Me refiero a su antecedente para púberes. El viaje de egresados de primaria. Los niños se sienten grandes, aún cuando tienen que molestar a su compañero que sale de bañarse, abriendo la puerta sorpresivamente para comparar el tamaño de su pene (lo cual demuestra quizá un alto grad de inmadurez, o de homosexualdiad naciente). Pero en fin. Los niños (si, niños) de esta edad tienden a pasar por encima de sus semejantes para sentirse mejor consigo mismos. Se llama "inseguridad", y es la principal causa de acoso estudiantil. El que primero cae, pierde. En dichas condiciones se da la siguiente escena:

Chico Inseguro que Años Más Tarde Escribe en un Blog (acercándose a la parte trasera del micro): -¿Qué hacían acá atrás?
Boludo 1 (En pose de "sector VIP"): -¡Salí, gil!
CIQAMTEEUB: -Eu, ¿por qué?
Boludo 1: -Los nenes van adelante.
CIQAMTEEUB: -Ah, porque ustedes son re grandes, ¿no?
Boludo 2 (Quemándose los dedos con un vasito de café berreta): -Si, gil. ¿No ves que estamos tomando café?

El siguiente relato toma lugar en el aula de un colegio secundario. Primer año. O segundo, no me acuerdo.

Como sabrá cualquiera que no haya inventado la rueda hace cinco minutos, es muy común a esa edad que los preadolescentes varones vayan por al vida preocupados por las dimensiones de su miembro. La creencia popular de que a mayor tamaño, mayor hombría, y el hecho de que a algunos el dolor femenino parezca fascinarles los sumerge en una vorágine de boludez en la que usan instrumentos de medición más seguido que un Arquitecto en plena actividad.

Pero muchos ignoran todavía los tamaños estándar admirados socialmente. Es lo que lleva a nuestro pequeño boludo ("boludito", diríamos) a ser el protagonista de la siguiente escena:

Boludo No Protagonista: -Dale, boludoprotagonista. ¿Cuánto te mide?
Boludo Protagonista: -Preguntale a tu vieja.
BNP: -No, porque mi mamá no anda con maniseros.
BP: -¡Por eso, preguntale!
BNP: -¡Dale, boludo! ¡Tremendo maní quemado tenés, vos!
BP: -¡No, pelotudo!
BNP: -Entonces, ¿cuanto te mide?
BP: -¿Parada?
BNP: -Si, parada. ¿A ver?
BP: (Se yergue orgulloso, como si llevara la bandera Nacional en plena carga contra el ejército Inglés y responde): -Me mide seis...

Luego de este "esperado regreso" (¿y qué le dijo la soda al vino?), los dejamos continuar con sus vidas; no sin antes remarcarles que los protagonistas de esta entrada gozaban en su momento de la más absoluta inimputabilidad; aunque pensándolo bien ya deben haber crecido, por lo que deberíamos temer por el futuro de la humanidad y comenzar a construir una nave espacial y una estrella de la muerte que apunte justo a este lugar desde donde escribo.

Sin más, me despido.

Tengan larga vida, y descremada.

Ellioth