viernes, 12 de marzo de 2010

Boludócrata

Si de boludez se trata, no podemos dejar de hablar de la burocracia en los organismos públicos. Si bien existen excepciones (honrosas y afortunadas excepciones), muchos de estos individuos suelen ser capaces de hacer que un trámite de cinco minutos dure dos horas. O dos meses. O dos años. En fin, esta es una pequeña historia sobre esta clase de gente.

Había sido una semana un tanto complicada para la familia Anónima, plagada de esas pequeñas desgracias cotidianas que a todos nos rompen la paciencia y un par de cosas más. Sin embargo, ninguno de ellos esperaba que el domingo a la noche, cuando las cosas parecían haberse calmado, iban a tener que confrontarse con el contratiempo más extraño que se les hubiera podido ocurrir.

Estaban cenando tranquilamente en el jardín trasero de la casa, como casi todas las noches de verano, cuando sintieron un ruido no demasiado fuerte que provenía desde un rincón cercano a la medianera. Sin preocuparse demasiado, supusieron que lo había provocado el gato al meterse entre las plantas. No fue hasta que terminaron de cenar que la hija menor notó que algo no estaba bien.

-Mamá, ¿vos estuviste cavando ahí por el rincón?
-No, ¿Por qué lo decís?
-Me parece que nos falta un cacho de jardín…

Mamá Anónima, sorprendida, se acercó al lugar ya mencionado, sin tener idea de a qué se refería su hija.

Imaginen su sorpresa al notar que había un pozo de metro y medio de diámetro que debido a la oscuridad no parecía tener fondo. Imaginen su desesperación. Pero sobre todo, imaginen su cara. Créanme, no van a poder imaginar una expresión más chistosa que esa.

Por supuesto, lo primero que hicieron fue llamar a la municipalidad. Je, ilusos.
Creo que la conversación fue más o menos así:
“-Municipalidad de Buenos Aires, buenas noches.
-SE ME HUNDE EL RANCHO.
(O algo por el estilo)
Y digo creo, porque la fuente de esta anécdota estaba demasiado ocupada mandando mensajes de texto al estilo “Boludo se me cayo un cacho de jardiiiiin” y pensando como iba a hacer para salvar a las mascotas “si se hundía la casa y había que salir carpiendo”. Es verdad, a veces puede ser un tanto paranóica, la chica.

Lo importante es que la conversación terminó más o menos así:
-Esté atento, en un rato se va a poner un arquitecto en contacto con usted.
Perfecto, el arquitecto iba a llamar, al día siguiente iba a ir con la cuadrilla y en cuestión de una semana como mucho el problema iba a estar solucionado.
Je, ilusos al cuadrado.

Media hora más tarde, el teléfono sonó.
-Hola
-Buenas noches, soy el arquitecto Inútilanónimo, de la municipalidad.
-Bueno, yo soy Fulano Anónimo, vivo en Avenida Sarasa 1234 y tuve un problema con mi jardín. Resulta que hace un rato sentimos un ruido y vimos que se había formado un pozo bastante hondo, no puedo ver bien en la oscuridad pero se nota que tiene más de dos metros. La verdad me preocupa mucho porque está cerca de una pared medianera y, como dije, es profundo…
-¿Usted cree que es peligroso?- dijo el Rey de la Lógica
–No sabría decirle, pero me parece que sí. Preferiría que lo viera alguien que entendiera más que yo del asunto…
-No se preocupe. Mañana a primera hora voy a ir yo o algun otro arquitecto para evaluar la situación

No creo que sea necesario decir que a la mañana no llegó nadie. Ni a la tarde tampoco.
Pero como los miembros de la familia Anónima además de ilusos son persistentes, Papá Anónimo volvió a llamar. Resultó que no solo el arquitecto no iba a venir, sino que ningún otro iba a hacerlo, porque el mismo no había dado cuenta del llamado. Igualmente, quedaron en mandar a alguien al otro día.
Que no vino. Y tampoco al día siguiente.

Los integrantes de la familia Anónimo podrán ser ilusos e insistentes, pero no les gusta demasiado hablar por teléfono, y menos con personas que a los cinco minutos se olvidan de lo que han hablado con uno. Y sobre todo, no son ningunos boludos, al menos en esta historia. Por eso no es de extrañar que terminaran haciendo el arreglo pertinente (Al parecer era un pozo séptico que al hacer la cloaca no fue bien tapado. Eso explica por qué los geranios venían tan lindos en ese rincón…) por cuenta propia.

Pero lo más divertido está por venir
El lunes siguiente, el timbre sonó por primera vez en varios días.
- ¿Quién es?
-El arquitecto Inútilanónimo, de la municipalidad
-Ya arreglamos el problema por nuestra cuenta- le contesto, desconcertado, Papá anónimo. “Lo rellenamos con unos hombres topo que encontramos por ahí”, debería haberle agregado, pero Papá Anónimo no revela sus secretos.
El Sr. Inútilanónimo se retiro tras escuchar estas palabras, con rumbo desconocido. Seguro iba a seguir boludeando por ahí, porque el sería un empleado público, pero lo suyo es un sacerdocio.
Dedicado a aquellos empleados públicos que sí hacen bien su trabajo, nos simplifican un poco la vida y sobre todo, nos ayudan a permanecer al nivel del suelo.

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